EL VALOR DE LA INVESTIGACIÓN CUALITATIVA Y LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS
- Uff ¡Qué calor hace aquí!
- Pues yo estoy helado…
Esta mañana he escuchado esta pequeña conversación ajena en una cafetería. Lejos de querer entrometerme en una conversación a la que no he sido invitado, he hecho mi pequeña aportación mental, y he pensado: más que calor, falta el aire, el ambiente está reconcentrado.
Esta anécdota trivial me ha hecho pensar en la subjetividad de las percepciones. Cada persona percibe el mundo de forma distinta. No existe ningún argumento válido para rebatir a ninguno de los partícipes de esa conversación, porque la única verdad irrefutable es que cada uno lo siente a su manera. La temperatura exacta es el único dato objetivo que podría entrar en juego en esta disyuntiva, pero ¿quién decide el umbral entre frío y calor?
Extrapolando esta anécdota al mundo de la investigación, pensé en la relación entre el dato cuantitativo y el cualitativo. Vivimos en la era tecnológica, la era del dato cuantificable. La medición y cuantificación de datos aporta una información enormemente valiosa.
Un dato objetivo, en este caso la temperatura, nos podría orientar para una climatización estandarizada del local. Sin embargo, la temperatura per se, carece de la riqueza de matices que puede aportarnos interactuar con esas personas para profundizar en sus sensaciones térmicas.
Ciñéndonos a este ejemplo concreto, es predecible que ciertas temperaturas produzcan ciertas reacciones, pero nunca sabremos la intensidad y los motivos detrás de tales reacciones si no indagamos con nuestros sentidos. Observar, conversar, preguntar, escuchar, oler, tocar, razonar, empatizar. Todo aquello que nos diferencia de las máquinas y nos hace humanos, nos ofrece una cantidad de información extraordinariamente valiosa.
Construimos un mundo que tiende a dar soluciones tecnológicas, lo cual es un gran avance, siempre que no se subestime el dato cualitativo: el matiz subjetivo, la emoción y la sensación.
Las grandes compañías relegan en el big data, orientando sus decisiones en los patrones identificados en grandes muestras de población representativas. Sin embargo, relegar exclusivamente en estos datos entraña el riesgo de una interpretación sesgada de la realidad. Conocemos los hechos, pero existe el riesgo de pasar por alto factores clave que desencadenan los comportamientos. Ahondar en el porqué y el cómo para entender el cuánto, es clave para comprehender el sujeto de la investigación: la persona (entendida como usuario, consumidor o cliente).
Es fácil caer en la asociación tecnología/cuantitativo, y humano/cualitativo,
sin embargo, los dispositivos tecnológicos y la conectividad pueden funcionar como una proyección de los sentidos humanos para facilitarnos la recogida de datos cualitativos. La tecnología nos permite, no solo conversar instantáneamente con alguien en las antípodas, sino también ver a través de sus ojos. Somos capaces de acercarnos a la realidad de personas de culturas o contextos diferentes compartiendo en directo imágenes, vídeos, audios, conversaciones, emoticonos. La inclusión de la tecnología en nuestras vidas es tal que constituye un vehículo y un código de comunicación que no podemos pasar por alto al implementar nuevos métodos de investigación cualitativa online (y tecnológica).
Paradójicamente, explotar el potencial de la tecnología nos puede ayudar a humanizar los procesos, productos y servicios. Combinar la exactitud de la matemática con la riqueza de la subjetividad, nos ayuda a construir un mundo más adaptado a las necesidades de las personas: imperfectas, únicas y (casi) inclasificables.
Autor: Pablo Conejo
Deja una respuesta